(Máximo Damian y Leo Casas Luciendo sus medallas en frontis de la casa de JMA) |
Entre los años 1943 a 1963, en compañía de su esposa Celia Bustamante, su cuñada Alicia -destacada coleccionista de arte popular-, además de la concurrencia de amigos entrañables (los Szyszlo, los Westphalen, los Cueto, entre otros), Arguedas acostumbraba solazarse en la playa, y otras veces, recorrer los cerros que circundan, junto al mar y la arena, Puerto Supe. (En donde, por si fuera poco, un día del cual siempre tendré el recuerdo, supe que también está presente, a través del nombre de una calle, Cajatambo, el pueblo en donde nací).
Precisamente, Lilly Caballero de Cueto, recuerda así aquellas visitas que aun cuando ocurrieran a mediados del siglo pasado nunca pasarán: "Era un hombre que contaba sus vivencias con entusiasmo. En esa época Alicia Bustamante compró una casa en Supe, íbamos en grupo y vivíamos las cosas más sencillas, la gracía de un niño, el retozar de un gato...esas cosas lo hacían vibrar". En aquel grupo, junto con sus padres, se hallaba un niño que con el correr del tiempo llegaría a ser también un hombre de palabra, escritor y académico: Alonso Cueto.
Pero acaso, sin equivoco, uno de los mas entrañables amigos de JMA no fuera otro que Manuel Moreno Jimeno, aquel muchacho limeño con el que trabó amistad vitalicia en 1933. Obrero de construcción civil, estudiante en San Marcos y docente universitario. Todo eso fue Manuel Moreno (a quién Arguedas siempre llamó Enmanuel), pero ante todo fue un elegante, discreto y riguroso poeta.En el hogar proletario y a la vez aristocrático de los Jimeno en el distrito de La victoria, cuenta Arguedas que escuchó por primera vez a Bach y concibió la trama de Los ríos profundos. Por su parte, también Jimeno fue gratificado huesped de la familia Arguedas Bustamante: "Y pasábamos también -dice- largas temporadas en la casa de Alicia y Celia, en Puerto Supe. Allí, al atardecer, hacíamos largas caminatas hasta la cumbre del cerro donde varias veces asistimos a la caída esplendorosa del sol. Era un espectáculo verdaderamente impresionante, y él hablaba con entusiasmo de todo eso. Ese entusiasmo, José María lo expresaba con exclamaciones y eso a mí me conmovía".
Y aun cuando la amistad, a pesar de la distancia, entre Arguedas y Jimeno, fuera de por vida, el mayor volumen de correspondencia entre ambos tuvo lugar entre 1939 hasta 1941 cuando Arguedas, recién casado, asumió la plaza de profesor del colegio "Mateo Pumacahua" de Sicuani. En las cartas que conforman el libro La letra inmortal (publicada por Roland Forgues), sin embargo, hay una carta (fechada en 1948 desde Puerto Supe) que vale por muchas; pues en ella, como pocas veces lo hizo, Arguedas hace mención de su trabajo creativo: "Tengo arraigada la costumbre de no continuar nada mientras no me siento seguro de cuanto he hecho hasta el día". Asimismo, pondera el juicio critico de Jimeno: "¡Que manera de leer! No en vano te he llamado siempre Enmauel. Pero en muchos casos me has reventado, pues me has hecho sudar la gota gorda. Especialmente cuando me he visto en la necesidad de sustituir la repetición de verbos. ¡Ese bendito era! ¡Que verbo tan justo, tan poderoso e insustituible!"
JMA con Celia |
JMA con su gato |
JMA junto a Blanca Varela |
JMA y Fernando de Szyszlo |
JMA, y amigos, sentado sobre la arena |
JMA, Westphalen y las hnas Celia y Alicia |
Puerto Supe por JMA |
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