miércoles, 31 de octubre de 2018

DISCURSO



Querida familia:

Al fin, allanando vastas distancias y aun años de ausencia, emocionados, concurrimos a este esperado acto de confraternidad familiar.
Espoleados por los íntimos apegos de la sangre y por la historia a la que nos debemos comparecemos aquí, bajo la clara luz de esta mañana, jubilosos.
Demás está decir que habida cuenta que ha nadie le es dado elegir la familia a la que pertenece ni el pueblo en que nace, nos encontramos aquí para honrar y conmemorar aquel designio consanguínio y raigal que nos une y nos unirá para siempre.
Por que nos apellidamos Reyes y por que somos y seremos parte de la historia de Cajatambo, y por que hoy y mañana, con orgullo y gratitud, seremos siempre los Reyes de Cajatambo; por eso, categórica y meridianamente nos encontramos aquí.

En consecuencia, nada resulta mas justo y oportuno que este momento para rendir público testimonio de agradecimiento a los fervorosos y abnegados artífices de esta entrañable circunstancia.
Al respecto debo precisar que la idea surgió en una reunión de primos. Fue Freddy Reyes, al ser agasajado antes de emprender retorno, quién lanzó la propuesta y quien también días después llamo de California a Cajatambo para pedirme hacer la convocatoria. De igual manera, los hermanos María, Teófilo y Víctor Reyes Mugruza apenas enterados de comienzo hicieron suyo, con tesón indesmayable, este loable y generoso empeño. Pero fue, al fin y al cabo, en el hogar de los esposos Ethel Quinteros y Aquiles Reyes donde este anhelado -casi desmesurado-  propósito hallo su definitivo y decisivo centro de operaciones; pues con certeza, sin los suculentos locros de la tía Ethel ni la labor organizativa desplegada por sus hijas Charito y Pilar hoy no asistiríamos a la dichosa gratitud que hoy nos embarga y nos congrega.
Para todos ellos, de parte de todos los presentes, gracias. Infinitas gracias.

Somos una familia, pero ante todo somos una historia. Una historia que comienza en el siglo XIX con el nacimiento de un niño en Cajatambo al que sus abuelos llamaron José del Carmen.
Hijo de Jacoba y un rebelde forastero independentista venido del Cuzco, nieto de Petronila Gutiérrez y Mariano Reyes, José del Carmen es el hombre cuya existencia prolongamos y cuyo legado constituye al mismo tiempo la historia de una familia y  de igual manera la historia de un pueblo. 

Coronel de la guardia nacional designado por Manuel Pardo (primer presidente civil del Perú), diputado durante el periodo legislativo 1870-1872 (coincidente con los convulsos sucesos que concluyeron con el asesinato del presidente José Balta), subprefecto tanto en la guerra como en la paz; pero ante todo, patriota tenaz y amigo leal del general Andrés Avelino Cáceres, el indomable guerrero de los Andes, José de Carmen Reyes Gutiérrez simboliza la presencia patriótica del pueblo cajatambino en los días sombríos de la guerra con Chile.
Precisamente en los días más difíciles del conflicto, cuando el ejército que comanda el Tayta Cáceres emprende sacrificado desplazamiento que lo conduce de Tarma hacía Huaraz, a fines de mayo de 1883, a su paso por Cajatambo el subprefecto José del Carmen Reyes organiza el respaldo que brinda asistencia y apoyo decidido a aquel contingente de campesinos convertidos en soldados que a pesar de la derrota renace como el Ave Fénix. 
Testimonio histórico y geográfico palmario y evidente de aquella marcha épica es la existencia en los confines de la antigua hacienda Pumarinri (que perteneciera a José del Carmen y a sus descendientes por mas de una centuria), de un paraje, próximo a la cordillera Huayhuash, llamado Cuartelpampa. Les aseguro que resulta imposible caminar por aquel paraje sin sentir el peso de la historia, sin escuchar el atropellado llamado de la sangre que nos recuerda que por allí anduvieron nuestros abuelos y que a través de nuestros pasos siguen presentes.
En circunstancias que campea el desaliento y el desconcierto, cuando se impone el pragmático criterio de resignarse y mantener prudente cautela, José del Carmen no es sensato ni prudente, no paga cupos ni negocia beneficios con el invasor, por el contrario se adhiere resuelto a la lucha del Brujo de los Andes. Incluso cuando llegan noticias de la ingrata capitulación de Montán (lanzado por el general Miguel Iglesias, desde su hacienda en Cajamarca), no se amilana ni se resigna, muy por el contrario, reúne al  pueblo en la plaza y junto con otros patriotas (que honran la memoria de los cajatambinos) firman un documento de absoluto rechazo a lo que consideran una traición a la patria.
Y es por eso, por que las causas justas no sucumben ni se olvidan y por que aun en la derrota jamás aceptó sentirse vencido, José del Carmen es un hombre que no solo representa la gloria del pasado sino también la gloria del porvenir. Por eso, por que -en palabras del  general Cáceres- del sacrificio de ayer habría de surgir la gloria del mañana. Por eso, a pesar del tiempo y sobre él, José del Carmen esta mañana está aquí presente, en nuestro recuerdo y homenaje.


Al morir su mejor amigo el general San Martín escribió este singular epitafio sobre su tumba: "No busques a los vivos entre los muertos".
Este día memorable al contemplar tantos rostros que tienen como punto de partida el matrimonio de María Magdalena Quinteros de Andrade y José del Carmen Reyes Gutiérrez, me pregunto si en sus miradas y en sus presencias no están aquí ellos antes que en la tumba de Mani donde yacen sus restos.
Mujeres y hombres, justos y generosos, nos preceden; por eso -no lo olvidemos- estamos aquí, para honrar su pasado y celebrar su presente y decirle gracias a la vida.

Finalmente quiero rendir tributo deferente a aquellas mujeres y aquellos hombres que la vida convirtió en padres de los descendientes de Maria Magdalena Quinteros y José del Carmen Reyes. Mujeres y hombres que alimentaron nuestra memoria y dieron vida a su historia con sus propias vidas. Al hacer esta mención  visita primero mi memoria el recuerdo de la profesora Rosa Gonzales, esposa de quien fuera Víctor Reyes Ballardo (aquel atildado gentelman andino que a partir de 1937 dotó a Cajatambo de la más hermosa coreografía taurina de nuestra patria); pues a nadie como ella, por la convicción y por el rigor de sus palabras, para atesorar  y trasmitir la historia del abuelo de su amado Che Víctor. Igualmente, en este instante jubilar, vuelvo a escuchar el testimonio de Teodomiro Cuellar, evocando, una y otra vez, el día en que su primo Perico (primo en realidad de su esposa), Pedro Reyes Barboza compuso las letras de "Cajatambina flor de mi vida", la canción más querida y representativa de la historia de Cajatambo. No menos gratitud que estas comparecencias pretéritas me motiva también ver aquí a la más amable y cordial anfitriona de la familia Reyes en Huacho. Esposa de quien fuera Luis Reyes Loarte y orgullosa madre  de cuatro hermanos Reyes Ugarte, la tía Pocha está aquí y su concurrencia, al igual que la presencia unánime  de todos los aquí presentes, hace más hermosa todavía la historia de este esperado y memorable día.
La insobornable y entrañable historia de una familia que decidió reunirse un día para compartir su historia.

Gracias, infinitas gracias por el regalo de sus presencias. 
  

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