Ciudad de Jesús |
Una mañana de 1994 apenas llegué al despacho de la comisión agraria del Congreso una de las secretarias me consultó si podría atender a una delegación proveniente de Huánuco. “Mas que eso, le respondí sonriendo, yo mismo los voy a recibir”. En realidad se trataba de un pretexto para salir un momento a comprar un chocolate pero sucedió que al llegar a la zona de ingreso y ver un grupo de personas que esperaba vigilante me acerqué y me presente. Sorprendidos por mi recepción mucho más impresión les produjo oírme mencionar un nombre que correspondía a un profesor/ingeniero huanuqueño, Festo Correa Morales, casado con una prima de mi madre. “Justamente señor aquí se encuentra su tío, don Pablo Correa”. Desde entonces no hubo semana en que no los viera pues llegaron, nada menos, con el cometido de lograr la creación de una nueva provincia en la jurisdicción departamental de Huánuco.
Cordillera Huayhuash, área de Lauricocha |
Demás está decir que de inmediato comprometimos nuestro respaldo incondicional. Muchos más lo hicieron, pero entre todos una persona destaca por su adhesión en la hora de la acción y por la gratitud que convoca su recuerdo. Una persona que desde el cargo de asesor principal del Congreso Constituyente tuvo la franqueza y a la vez la confianza para decirme en presencia de la comitiva huanuqueña: “Mira, tú y yo somos provincianos y por eso te pido que te dediques de manera exclusiva a la gestión del expediente hasta su aprobación”. Por mi parte, con absoluta convicción -no exenta de emoción- reiteré mi total identificación. Sin embargo, las palabras que más recuerdo son estas: “Mira César yo te pido esto delante de los amigos que han venido hasta aquí porque tu sabes lo que hay que hacer”. Era un elogio, pero en verdad semejaba un castigo.
Laguna de Lauricocha |
Pintura rupestre en la cueva de Lauricocha |
Yerupaja, cara de Huanuco |
Pero el verdadero merito de fijar con determinación un plan de asesoría y estrategia interna que concluyera con la creación de la provincia de Lauricocha (teniendo a Jesús por capital) pertenece antes que a nadie a Adrian Orellana Palomino. Cierto que justifica esta evocación el hecho de que a mi me tocara diseñarla y ejecutarla pero faltaría a la memoria del amigo entrañable no decir que sin su tenaz apoyo y leal adhesión los jesusinos no hubieran podido cantar victoria mas pronto de lo que imaginaron. Pues nada quedó librado al azar (ni siquiera la “casual” presencia de los jesusinos en todas las sesiones) y mucho menos el breve y preciso sumario que gracias a Víctor, nuestro diligente asistente, hizo posible que a la hora de la verdad los evidentes y contundentes argumentos esgrimidos por generaciones de hijos huanuqueños estuvieran en las manos de los congresistas que aquel día inolvidable (24/05/95) en menos de diez minutos dieron culminación a un anhelo añorado por décadas. Finalmente, el 31 de mayo de 1995 fue promulgada la Ley Nº 26458, Ley de creación de la provincia de Lauricocha.
A la hora de celebrar me tocó representar a la comisión agraria y entre el resplandor fugaz de los fuegos artificiales y los acordes de no una sino varias bandas de viento de empuñar documentos pasé a estrechar amistosas manos colmadas de gratitud. Y aun de ternura. No por nada se trata de uno de los momentos más gratos de mi vida que además explica, aunque acaso no lo justifica, mi presencia en estas páginas.
Así nació la provincia de Lauricocha en 1995. Adrian murió en un accidente de carretera en 1996. Sin embargo sus destinos andan unidos para siempre. Pues su aporte merece ser conocido y reconocido. Y hasta acaso también una calle que lo nombre y lo recuerde en el espacio urbano de aquella provincia inolvidable que rinde tributo a la presencia del primer hombre en nuestro suelo milenario.
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