jueves, 18 de julio de 2013

CAJATAMBO, CANTOS Y ENCANTOS


Las guitarras y las mandolinas llegaron de España. Enseguida, allende los mares, se hicieron también peruanas; criollas y a la vez andinas. Pero sobre todo, cajatambinas.
En otras partes del Perú arraigó la guitarra y la mandolina, pero solo en Cajatambo adquirió la enjundia vibrante y vertiginosa de los fandangos y las bulerías andaluzas.
¿Cómo carajo, me he preguntado muchas veces, surgió una música tan hermosa en un pueblo tan solo rodeado por cerros?
Que importa la respuesta, -salvo aquella de que los hombres son los únicos olmos que dan peras- si ella existe y persiste: elegante y melodiosa.

Única y admirable, igual que sus montañas.











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