(1917-1963) |
"No te preguntes que puede hacer tu país por ti,
sino que puedes hacer tu por tu país"
John F. Kennedy
El 22.11.2013 en la plaza Dealey de Dallas, a las 12.30 meridiano, no un fotógrafo ni un camarógrafo de las prensa escrita ni de la televisión norteamericana sino un fabricante de ropa para mujeres (nacido en Ucrania) fue el autor de los 26 segundos más impactantes y memorables que registra el trágico magnicidio que terminó con la existencia del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos.
Abraham Zapruder, de paso a una reunión con amigos, aquel día blandía una cámara Bell & Howell de 8 mm que acababa de adquirir y por eso, aunque el presidente no fuera santo de su devoción, tomó ubicación en un lugar de la plaza para captar el paso de su comitiva. Pero lo que sucedió fue extraordinario y siniestro: su cámara captó la secuencia en que se ve la ejecución de un hombre al que literalmente le vuelan la cabeza.
Definitivamente, la muerte de John F. Kennedy grabada en 486 frames (equivalente a 24 imágenes por segundo) es el registro fílmico espontaneo y real más célebre y perturbador de la historia. Muró el hombre y nació la leyenda. El hechizo postrero de un hombre con poder, rodeado por una aureola de valor y el glamour, que a los cincuenta años de su muerte, continúa tan vivo como a los cuarenta y seis en que fuera ejecutado.
Por otra parte, vista desde nuestra historia, la conclusión resulta categórica: cuando un gobernante en América del Sur abandona el mandato se va al exilio, en cambio cuando un gobernante en los EEUU abandona el mandato parte al más allá. Y es que en EEUU, donde no existen golpes de estado, existen solo crímenes de estado.
Dos mil libros escritos en media centuria, cientos de documentales y hasta una célebre película; sin embargo, nada como la película Zapruder para entender lo que quiso decir el físico Albert Einstein cuando dijo que algunos segundos duran más que otros.
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