(1783-1830) |
Nacer en un hogar colmado de abolengo y holgura no lo libró de la desgracia de perder a su padre a los tres años y a su madre a los nueve. En compensación, además de la tutela formativa de Andrés Bello, la sabia e irreverente complicidad, a la vez que filial y paternal, de su tocayo Simón Rodríguez modeló su existencia.
Curiosa paradoja la de ser humanos cuyas -pasajeras- existencias para ser mas reales deben imaginarse; precisamente por que ningún hombre o mujer, nadie, puede ser peor que eso: humano.
Sin embargo, hay existencias cuyos destinos extraordinarios comienzan desde su nombre. Fue el caso de Simon José Antonio de la Santisima Trinidad Bolivar y Palacios Ponte- Andrade y Blanco. El mismo a quien la petulante y rencorosa élite virreinal de Lima llamó a secas: "El Zambo Bolivar".
El tiempo pasa, y seguirá pasando, pero la posteridad, no menos lisonjera y generosa que Manuelita, jamás lo abandona. Personaje prominente de su siglo y de los venideros, investido y vestido por imperiosos modales y solemnes atavíos marciales Bolivar no defrauda ninguna magnitud de rechazo o apología.
A los 47 años la tuberculosis logró lo que las armas de los ejércitos virreinales y de su enemigos no pudieron. Pero solo murió el hombre. El altivo y temido Longaniza que agoniza después de procurar la existencia de cinco países.
El mismo que, según Ricardo Palma, decía carajos cuando reñía y era conocido por imbatible reciedumbre ecuestre "Culo de fierro".
El mismo que en el verano de 1824, en Pativilca (a 200 km al norte de Lima), enfermo y casi delirante, respondiera a un compasivo y perplejo visitante ingles respecto a lo que le urgia emprender: "¡Vencer! ¡Vencer! ¡Vencer!"
El mismo que sobre el papel, igual que en los campos de batalla, hizo historia.
"Unido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía no hemos podido adquirir ni saber, ni poder ni virtudes"
"Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad"
"Vosotros sabeís que no se puede ser libre y esclavo a la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas y las leyes civiles"
"De lo heroico a lo ridículo hay apenas un paso"
"El arte de vencer se aprende en las derrotas"
"El pueblo debe de ser obedecido hasta el momento en que se equivoca"
"El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce la mayor cantidad de felicidad, la mayor cantidad de seguridad social y mayor cantidad de estabilidad política"
"Unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa"
"Ya la veo (a América del Sur) sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia coronada por la gloria"
"Quiero verte y reverte, olerte y tocarte y sentirte con todos los sentidos", carta a Manuelita Saenz
"Yo siento que la energía de mi alma se eleva, se ensancha y se iguala siempre a la magnitud de los peligros. Mi médico me ha dicho dicho que mi alma necesita alimentarse de peligros para conservar mi juicio, de manera que al crearme Dios permitió esta tempestuosa revolución, para que yo pudiera vivir ocupado en mi destino especial"
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