martes, 27 de octubre de 2015

SAN MARTÍN Y BOLÍVAR


Cuando el 26 de julio de 1822, entre una a cinco de la tarde, se reunieron los dos lideres políticos y militares mas influyentes y recordados de la historia de America del Sur, se inició  un diálogo, y a la vez un debate, que la posteridad habría de prolongar. Un encuentro que, en todos los tiempos y con todos los medios, sigue, y seguirá dando que hablar.
Uno de esos elementos de juicio, y de controversia, es el informe escrito el 29 de julio de 1822 por el general José Gabriel Pérez  (secretario general del general Bolívar) dirigido al general Antonio José de Sucre. 
A partir de una copia fotográfica, en 1952 el historiador venezolano Vicente Leucona publicó el informe en una compilación documental  sobre la entrevista de Guayaquil. 
Por su parte, el historiador colombiano Armando Martínez Garnica, el 2013, en el Archivo Nacional de Ecuador, halló la copia original del documento remitido a quien se convertiría en el Mariscal de Ayacucho.
"En el primer tomo de copiadores de oficios -escribe Martinez en "Procesos: revista ecuatoriana de historia" al presentar su hallazgo- enviados de la caja 595, en los folios 28 al 33, se encuentra el informe manuscrito del 29 de julio de 1822, que José Gabriel Pérez preparó para el general Antonio José de Sucre, primer intendente del Departamento de Quito, sobre los principales temas de la entrevista que sostuvieron tres días antes los generales Bolívar y San Martin en Guayaquil. Una nota de puño y letra del general Pérez, escrita el día siguiente, advirtió al general Sucre sobre la naturaleza reservada del informe". 


REPÚBLICA DE COLOMBIA
SECRETARÍA GENERAL
Cuartel General en Guayaquil a 29 de julio de 1822 – [Año] 12.
Al señor Yntendente del Departamento de Quito [Antonio José de Sucre]
Señor General.
Tengo el honor de participar a V. S. que el 26 a las 9 de la mañana entró en esta ciudad S. E. el Protector del Perú.
El Protector luego que vio a S. E. el Libertador a bordo del Buque que lo conducía le manifestó del modo más cordial los sentimientos que le animaban de conocer al Libertador, abrazarle y protestarle una amistad íntima, sincera y constante. Felicitó a S. E. el Libertador por la constancia admirable en la causa que defiende en medio de las adversidades que ha experimentado y por el triunfo que ha coronado su heroica empresa, en fin el Protector manifestó a S. E. de todos modos su amistad colmándole de elogios y de exageraciones lisonjeras.
S. E. el Libertador contestó del modo urbano y noble que exigen en tales casos la Justicia y la gratitud.
El Protector se abrió a las conferencias más francas que se redujeron principalmente a las siguientes:
A las circunstancias en que se ha encontrado últimamente esta Provincia en razón de las opiniones políticas que la han agitado. Espontáneamente dijo el Protector a S. E. que no se había mezclado en los enredos de Guayaquil, en los que no tenía la menor parte, y que la culpa era de ellos, refiriéndose a los contrarios. S. E. le repuso que se habían llenado sus deseos de consultar este Pueblo; que el 28 se reunían los Electores y que contaba con la voluntad del Pueblo y la pluralidad de los votos en la Asamblea. Con esto varió de asunto el Protector y siguió tratando de negocios militares y de la expedición que va a marchar.
El Protector se quejó mucho del mando y sobretodo de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima. Aseguró que iba a retirarse a Mendoza; que había dejado un pliego anexo para que lo presentasen al Congreso renunciando el Protectorado y que también renunciaría la reelección que contaba se haría en él; que luego que ganara la primer victoria se retiraría del mando militar sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que antes de retirarse pensaba dejar bien puestas las bases del Gobierno; que este no debía ser Democrático porque en el Perú no conviene, y últimamente dijo que debería venir de Europa un Príncipe solo y aislado a mandar el Perú. S. E. contestó que en América no convenía ni a Colombia tampoco la introducción de Príncipes Europeos porque eran partes eterogéneas a nuestra masa, y que por su parte S. E. se opondría a ello si pudiese, mas sin oponerse a la forma de Gobierno que cada uno quiera darse. S. E. repuso todo lo que él piensa  sobre la naturaleza de los Gobiernos, refiriéndose en todo a su discurso al Congreso de Angostura. El Protector replicó que la venida del Príncipe sería para después.
Es de presumirse que el designio que se tiene en el Perú es el de erigir una Monarquía sobre el principio de darle la Corona a un Príncipe Europeo con el fin, sin duda, de ocupar después el trono el que tenga más popularidad en el pays o más fuerza de que disponer. Si los discursos del Protector son sinceros ninguno está más lejos de ocupar tal Trono. Parece muy convencido de los inconvenientes del mando.
El Protector aplaudió altamente la Federación de los Estados Americanos como la base esencial de nuestra existencia política. Le parece que Guayaquil es muy conveniente para residencia de la Federación. Cree que Chile no tendrá inconveniente en entrar en ella; pero sí Buenos Aires por falta de unión y de sistema. Ha manifestado que nada desea tanto como el que la Federación de Colombia y el Perú subsista aunque no entren otros Estados.
El Protector piensa que el enemigo es menos fuerte que él y que aunque sus jefes son audaces y emprendedores no son muy temibles. Ynmediatamente va a abrir la campaña por Yntermedios en una Expedición Marítima y por Lima, cubriendo la capital con su marcha de frente.
El Protector desde las primeras conversaciones dijo espontáneamente a S. E. que la materia de límites entre Colombia y el Perú se arreglaría satisfactoriamente y no habría dificultad alguna; que él se encargaba de promover en el Congreso, donde no le faltarían amigos, este negocio.
El Protector ha manifestado a S. E. que pida todo lo que guste al Perú, que él no hará más que decir sí, sí, sí a todo y que él espera otro tanto de Colombia. La oferta de sus servicios y de su amistad es ilimitada, manifestando una satisfacción y una franqueza que parecen sinceras. La venida del Protector a Colombia no ha tenido un carácter oficial, es puramente una visita la que ha hecho a S. E. el Libertador, pues no ha tenido ningún objeto ni político ni militar, no habiendo hablado siquiera de los auxilios que ahora van de Colombia al Perú.
Ayer al amanecer marchó el Protector, manifestándose a los últimos momentos tan cordial, sincero y afectuoso por su Excelencia como desde el momento en que lo vio.
El Batallón Vencedor de Boyacá y el Batallón Pichincha se han embarcado ayer para seguir al Perú. Antes se había embarcado Yaguachi para el mismo destino. Estos tres cuerpos ascenderán a mil ochocientos hombres que con cerca de ochocientos que tiene la antigua Numancia, llamado hoy Voltígeros de la Guardia, formarán la División de Colombia auciliar del Perú.
S. E. ha dispuesto que el Regimiento de Dragones del Sur, del mando del coronel Astari, venga a esta ciudad, cuya orden se le ha comunicado ya.
Dios guarde a V. S. muchos años.
José Gabriel Pérez




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