"La muerte, mujer al fin, me atrae. Si no vine, saltaré a su
encuentro", decía "El Brujo" Walter Ledgard, legendaria gloria de la
natación peruana. Llegada la hora, después de dedicarse por casi medio
siglo a la enseñanza de su mayor pasión, Ledgard fue velado al centro de
una piscina, rodeado de trofeos y amigos.
En mi caso, valgan verdades, habida cuenta de que se trata no solo de un hecho inexorable, sino necesario y saludable, nada apreciaría más que alguna mano piadosa (o, acaso, amorosa) vierta mis cenizas en la catarata Escalón, camino a la Cordillera Huayhuash.
No estaré para agradecerlo, pero de manera inequívoca estas palabras -nunca más como en aquel momento- con absoluta certeza, cobraran vida.
En mi caso, valgan verdades, habida cuenta de que se trata no solo de un hecho inexorable, sino necesario y saludable, nada apreciaría más que alguna mano piadosa (o, acaso, amorosa) vierta mis cenizas en la catarata Escalón, camino a la Cordillera Huayhuash.
No estaré para agradecerlo, pero de manera inequívoca estas palabras -nunca más como en aquel momento- con absoluta certeza, cobraran vida.
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