(1914-1999) |
Sabio y sereno, en el tramo final de su vida, el escritor Adolfo Bioy
Casares, confesó un día -después de tantos libros leídos, pueblos
recorridos y mujeres conquistadas- que nada, salvo el sabor del pan
sobre la mesa o el olor del césped recién cortado, le infundian
emociones más intensas para seguir aferrado el pasajero misterio de
existir.
Asombrado y abrumado por su propia gratitud, Bioy se preguntaba que resulta curioso y paradójico que en cosas tan simples resida el auténtico goce de vivir.
Asombrado y abrumado por su propia gratitud, Bioy se preguntaba que resulta curioso y paradójico que en cosas tan simples resida el auténtico goce de vivir.
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