Matrimonio de Abimael Guzmán y Augusta La Torre |
En el segundo piso de una calle de Huamanga, en los años setenta del siglo pasado, un adolescente que vivía en la casa de enfrente recuerda a una pareja sin hijos que nunca pasó desapercibida. Tanto, que un día la policía se llevó al marido en pijama y la mujer lo asistió llevándole una muda de prendas.
A partir de este recuerdo personal, Umberto Jara ha escrito un libro que escudriña con rigor la nada clandestina actividad proselitista de Abimael Guzmán y Augusta La Torre.
De 1962 a 1980, durante dieciocho años, sin que ningún gobierno se ocupara con seriedad de investigarlos y menos de frenarlos, actuaron con libérrima impunidad.
No tuvieron hijos biológicos, pero si uno ideológico, al que dedicaron todos sus afanes y fanáticos empeños: el PCP-SL
Nadie se enteró, hasta el 17.6.1980 en que la camarada Norah (Augusta La Torre) dirigió la quema de ánforas y padrones electorales en el remoto poblado ayacuchano de Chuschi.
Pero sobre todo, Jara, cuenta y revela la trágica historia -al mando de Norah- de la primera víctima del senderismo: Benigno Medina. Un mediano agricultor que alertó y tramitó vanamente el respaldo de las autoridades encargadas. No fue escuchado ni protegido. Error fatal: la muerte de Benigno no fue un comienzo sino el final de un desastre que no supimos advertir. Y que por lo menos, debemos saber recordar. Pues lo más deplorable (a un cuarto de siglo de la captura de su principal mentor) peor que el olvido es el recuerdo ignorante.
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