martes, 11 de diciembre de 2012

BOBBY, EN EL RECUERDO

(1920-1995)
Roberto Ramírez del Villar fue el último presidente de la Camara de Diputados. Su periodo duro del 27 de julio de 1990 hasta el 5 de abril  de 1992. No deja de ser significativo que el órgano legislativo (del que también formó parte el almirante Grau) sucumbió al mando del más destacado diputado del siglo XX: cinco veces Diputado de la Nación y miembro de la Asamblea Constituyente de 1978.
En 1995, apenas ocurrida su muerte, el Congreso -cuyo tributo funebre, acatando su voluntad, sus familiares rechazaron- le rindió homenaje la mañana del 31 de mayo. Estas son las palabras, extraidas del diario de los debates del Congreso de la República, que se pronunciaron en su memoria.

 Enrique Chirinos Soto: "Yo siempre he estado vinculado con Roberto Ramírez del Villar, con "Bobby" .como le decíamos todos., por razones de paisanaje, puesto que los dos somos arequipeños por una curiosa razón astrológica, porque nacimos el mismo día, el 4 de mayo, él en 1920 y yo en 1930; porque fuimos compañeros de estudios a esa distancia, él en quinto de secundaria y yo en primero de primaria en el Colegio La Salle de Arequipa; porque cuando ingresé a la Universidad de San Agustín, el Presidente de la FUA, como se llamaba entonces a la Federación Universitaria de Arequipa, libremente elegido por los estudiantes, era Roberto Ramírez del Villar. En esa calidad le correspondió recibir en la propia Universidad de San Agustín al señor doctor José Luis Bustamante y Rivero, Presidente de la República, quien visitó Arequipa para asistir a la coronación de la Virgen Candelaria de Cayma como Patrona de la ciudad.Con los años, Ramírez del Villar fue secretario y profesor de la propia Universidad de San Agustín, diría yo que casi a todo lo largo del gobierno de Odría.
Cuando terminaba el gobierno de Odría y se produjo en el país una verdadera eclosión cívica en demanda de libertades públicas, principalmente en pro de la derogatoria de la infamante Ley de Seguridad Interior de la República, en pro de la reforma del Estatuto Electoral y en pro de la amnistía para todos los perseguidos políticos, Ramírez del Villar se incorporó, por supuesto, a esa pelea, como habíamos dado juntos la pelea por la romántica candidatura del general Ernesto Montagne en 1950, y como habíamos participado con el doctor Róger Cáceres en la revolución .desgraciadamente, revolución sangrienta. de 1950, que nos tocó en lo más hondo a todos, pues sufrimos la pérdida de nuestro más ilustre amigo, que era el doctor Arturo Villegas Romero.
En el año de 1956 Ramírez del Villar fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano, siendo uno de los candidatos de ese partido político a una diputación por Arequipa, y en esa calidad llega al Congreso, al propio tiempo del doctor Róger Cáceres Velásquez, permaneciendo en este poder del Estado desde 1956 hasta el año de 1992, salvo el intervalo de facto que para todos nosotros supuso el gobierno militar en su primera fase, y no digo en la segunda fase, porque en esta etapa se convocó a Asamblea Constituyente.
Precisamente en esa Asamblea Constituyente fue representante el doctor Ramírez del Villar, y quienes trabajamos a su lado, sobre todo en la Comisión Principal de Constitución, pudimos confirmar nuestra más alta estima y nuestro aprecio por sus conocimientos jurídicos, por la finura de su trato, por la ironía de su conversación y por la brillantez de su elocuencia cuando el caso lo requería.
El doctor Ramírez del Villar, como diputado por Lima, estuvo en el Congreso entre los años 1963-1968, período del primer gobierno de Fernando Belaunde, en el que también se desempeñó como ministro de Justicia. En el período 1980-1985, segundo gobierno de Belaunde, así como entre los años 1985 y 1990, gobierno de Alan García, Ramírez del Villar fue nuevamente diputado por Lima.
A Ramírez del Villar .sentado en ese lado del Hemiciclo, siempre en la última fila. no le gustaba ni pretendía salir de la condición de diputado, por lo cual nunca quiso pasar a la Cámara Alta para convertirse en senador. Él, como Churchill, quiso permanecer en la Cámara de los Comunes y sólo ya muy tarde en la vida aceptó a la Cámara de los Lores. Ramírez del Villar era un fervoroso partidario de sus ejercicios parlamentarios en la Cámara joven, Cámara que, se puede decir de cierta manera, dominaba por su sabiduría y por su brillante elocuencia.
Para la Legislatura Ordinaria de 1991 fue elegido Presidente de la Cámara de Diputados y en esa calidad le tocó afrontar .mal de su desagrado, desde luego. el golpe de estado del 5 de abril de 1992.
Yo sé, señor Presidente, que el doctor Ramírez del Villar tuvo apreciaciones muy severas o explicables en su caso para el Congreso Constituyente del que nosotros formamos parte, no hace falta que se nos recuerde ello, porque me parece que elevándonos por encima de pequeñeces nosotros tenemos que reconocer en Ramírez del Villar a uno de los grandes tribunos de este siglo que ha producido la República, y que se empareja con los grandes tribunos del siglo XIX, como por citar un nombre que pienso que le hubiera sido grato: don Francisco de Paula Gonzáles Vigil.
En ese sentido, señor, elevándonos por encima de cualquier pasión menuda y cualquier encono pasajero o desinteligencia momentánea, para sólo pensar en el Perú, en nombre de mis compañeros de la Nación y en el mío propio rindo homenaje a ese gran peruano que fue y que en alguna medida es todavía y será Roberto Ramírez del Villar".

 Róger Cáceres Velásquez: "Yo pude conocerlo, al igual que Enrique Chirinos Soto, cuando ingresamos a la Universidad de San Agustín, lo encontramos como presidente de la Federación Universitaria, contribuyendo con nuestros votos a su elección.
Luego, señor, estuvimos juntos en las calles cuando los estudiantes y el pueblo protestamos por la caída del gobierno democrático del ex presidente José Luis Bustamante y Rivero; y más tarde confluimos, cuando en 1950 nos enfrentamos a la imposición de la dictadura de entonces, propiciando la candidatura del general Montagne. Años después, en el diario El Pueblo de Arequipa, combatimos para recuperar el sistema democrático, no minusválido como el que vivimos de 1950 a 1956, sino más pleno, como aquel que iniciamos a partir del año 1956.
Luchamos juntos en las calles y plazas de Arequipa en diciembre de 1955, cuando por feliz inspiración de Enrique Chirinos y de otros distinguidos políticos de Lima pudimos movilizar al pueblo para reclamar contra el Estatuto Electoral, la Ley de Seguridad Interior de la República y el Estatuto de la Libertad de Prensa, que eran los medios a través de los cuales la dictadura de entonces maniataba la opinión pública y manipulaba el proceso electoral, esfuerzo que resultó exitoso.
Asimismo, auspiciamos y propulsamos el surgimiento de la Democracia Cristiana, imitando, como desgraciadamente ha ocurrido en este país, de una manera inveterada lo que sucedía en Europa, pensando que lo que era bueno para Europa tenía que ser necesaria e irrefragablemente bueno para el Perú, como de repente en los últimos tiempos también se viene haciendo y pensando igual.
Desde 1956 hasta 1962 estuvimos en el Congreso librando una dura batalla en función de las necesidades que habíamos enarbolado. De mi parte, reportando que el país no era europeo sino muy distinto, muy complejo, razón por la cual tuve que apartarme de la Democracia Cristiana en el año de 1963; poco tiempo después lo haría Ramírez del Villar para encabezar, junto con Bedoya Reyes y Alayza Grundy y otros distinguidos demócratas cristianos, el llamado Partido Popular Cristiano, cuya representación nos honra con su presencia en esta Cámara. Roberto Ramírez del Villar era un hombre que se preciaba de cultivar los ideales más nobles del pueblo de Arequipa, fundamentalmente su acendrado civismo, su republicanismo y su carácter democrático. Éstos eran los valores que Ramírez del Villar tenía por más sacro en su vida política y que procuró servir y propulsar a lo largo de su intervención como hombre público, primero como periodista y luego como dirigente político y parlamentario.
Aquí en el Congreso, así como fuera de este recinto, escuchamos ciertamente su palabra en muchas oportunidades como una verdadera lección. Era un señor como muchos de aquellos que han sido mis profesores y mis amigos en Arequipa. Era un señor: un arequipeño. Los arequipeños tienen como modelo el Misti, del cual dijo un poeta que "era serenidad por fuera y arrebato por dentro". Así era Ramírez del Villar, un hombre aparentemente sosegado y tranquilo, pero por dentro un volcán, un volcán de pasión cívica".

 Manuel Moreyra Loredo: "Yo lo conocí hace aproximadamente treinta y siete años, cuando se estaba formando el Partido Demócrata Cristiano, y desde entonces pude apreciar mucho sus enormes virtudes y cualidades.
El día de ayer, cuando estuve, primero en el domicilio donde residió en los últimos treinta años, con su señora y con el resto de su familia, con la mayoría de sus íntimos amigos .desgraciadamente no pudo llegar Jaime Rey de Castro, por ejemplo, quizás el más cercano a él., estuvimos recordando todo lo que significó Roberto Ramírez del Villar para el Perú; y después tuve la congoja de tener que acompañar al cementerio a quien sin duda alguna fue un tribuno muy importante.
Desgraciadamente, en las luchas que se presentaron al interior del Partido Demócrata Cristiano, Roberto Ramírez del Villar y yo tomamos posiciones distintas: él se separó para fundar el Partido Popular Cristiano y yo permanecí en la Democracia Cristiana, a la cual renuncié cuando su entonces presidente apoyó a la dictadura del general Velasco Alvarado.
Tiempo después nos volvimos a encontrar en este Parlamento y debo decir que fue, como siempre, un ejemplo no sólo de señorío, sino un ejemplo de defensa de la democracia. Si hay algo que creo que nos ha vinculado siempre a Roberto Ramírez del Villar y a quien habla, es que siempre hemos creído que el sistema democrático es mejor que cualquier autocracia, aún cuando en el corto plazo las autocracias puedan tener algunas ventajas".

Fernando Olivera Vega: "Nosotros, señor Presidente, queremos rescatar del ejemplo de Roberto Ramírez del Villar esa sencillez de los grandes hombres, esa jovialidad, ese espíritu siempre joven que permitía justamente conferir una confianza y sentirse en confianza con Ramírez del Villar transmitiendo esa vasta experiencia adquirida a lo largo de tantos años de laborar como brillante parlamentario en la Cámara de Diputados, su Cámara.
Nosotros .dijimos. tuvimos el privilegio de conocerlo, y al conocerlo, señor, hemos podido aprender a respetarlo y a quererlo sinceramente. Las primeras experiencias con Ramírez del Villar no siempre fueron fáciles, pues él era, como buen arequipeño, un hombre difícil en ciertas relaciones.
Estaba tentado de decir un adjetivo que entre amigos lo podemos manifestar, y yo no sé si aquí sea el recinto más apropiado, pero como decía, señor Presidente, en esa terquedad de la defensa de sus principios Ramírez del Villar se ganaba el respeto de tirios y troyanos. Y por eso es que felizmente el Congreso y la Cámara de Diputados pudo tener el altísimo honor de tener como Presidente de la Cámara a Roberto Ramírez del Villar".
César Larrabure Gálvez: "El que le habla, señor Presidente, con esta nueva reelección serían tres veces que está en el Parlamento. Yo vine al Congreso de la República en el año de 1985, fui elegido casualmente en la lista parlamentaria de Convergencia Democrática, que tenía como uno de los grupos más importantes al Partido Popular Cristiano, y en el cual, por supuesto, estuvo el doctor Ramírez del Villar. En esa oportunidad participé en un grupo de trabajo en el que estaban Luis Bedoya Reyes por el PPC, Esteban Roca por los independientes, y también estaba el doctor Andrés Townsend Ezcurra, otro brillante político.
Yo llegué lleno de ilusiones a este Parlamento, venía de la provincia de Chincha, y encuentro en el Congreso al doctor Ramírez del Villar, quien se sentaba justo atrás de la curul que yo ocupaba. Ése fue un Parlamento difícil, dominado por una mayoría aprista aplastante, déspota, una mayoría parlamentaria que prácticamente no aceptaba ninguna posición de la oposición; pero recuerdo que cuando se paraba el doctor Ramírez del Villar, con esos brillantes discursos que impactaban tanto por su contenido político como por su contenido intelectual, y sea de cualquier tema que se tratara, no se escuchaba en el Hemiciclo ni el zumbido de una mosca. Era un hombre a quien no sólo le salían sus conocimientos y su inteligencia en esos discursos, sino también lo arequipeño, lo tozudo, y se hacía respetar".

 Henry Pease García: "No he sido muchos años amigo de "Bobby" Ramírez del Villar, lo he seguido bastante de cerca toda su vida, ciertamente uno de los más brillantes parlamentarios; pero en los últimos años sí lo he podido seguir de cerca y pude hacer amistad con él, y así he podido ver la claridad y la consecuencia con que defendía sus posiciones democráticas. No he estado de acuerdo con algunas de ellas, entre otras razones por eso estoy acá, pero sí creo que respondía no solamente a un conjunto coherente de ideas, sino a la práctica que había expresado toda una vida.
Con el objeto de no redundar en los conceptos ya expresados por los colegas congresistas, quiero resaltar dos aspectos que considero importantes en la trayectoria de Roberto Ramírez del Villar.
En primer lugar, no sólo la consecuencia con sus ideas democráticas, sino la larguísima práctica democrática que Roberto Ramírez del Villar deja al país. En una país como el nuestro, donde la tentación del éxito muchas veces aleja a los políticos justamente de los principios .especialmente de los principios democráticos., es difícil mantener una conducta cívica como la que tuvo Ramírez del Villar.
Pero, en segundo lugar, se va un político que no se lleva los bolsillos llenos de dinero, que no robó, que no fue corrupto, y pareciera que eso en el Perú fuera la excepción.
Estuve presente en el velorio y en el entierro de Ramírez del Villar, y en ese momento no pude dejar de pensar que ahí se iba lo que se ha hablado en los últimos años como un "político tradicional", un miembro de un partido político tradicional. ¿Se acuerdan del debate? Yo no puedo dejar de recordarlo, no por dividir sino justamente por recordar la injusticia que él ha saboreado en los últimos años cuando no se distingue, cuando por uno pagan todos, o cuando las imágenes gruesas reinan en la política acabando con honras y con larguísimos años de servicio al pueblo".

 Gustavo García Mundaca: "Uno de los capítulos de más difícil tratamiento en la Asamblea Constituyente de 1978 fue el relativo a la Descentralización, Gobiernos Locales y Regionales. En la Comisión correspondiente recibimos la visita reiterada de todas las personas que tenían opinión sobre el asunto, por su experiencia, por su conocimiento o por su interés. Sin embargo, pasaban los meses y era muy difícil presentar a la Comisión Principal y al país una propuesta armónica que fuera viable.
La Comisión, entrampada entre las distintas iniciativas sobre el particular, había elaborado una serie de borradores, todos los cuales habían sido observadas por la Comisión Principal. En ese mare magnum llegó Roberto Ramírez del Villar, quien tuvo el acierto de tratar el tema con interés, pero sobre todo con propiedad. Y recuerdo que fue en un lugar no precisamente del Congreso donde se sentaron las bases para lo que iba a ser la estructura de la descentralización en el país, recogida en la Constitución de 1979.
Roberto Ramírez del Villar fue en ese momento el legislador eficiente y eficaz que pudo plasmar experiencias no directas de él, pero que, con su sabiduría, pudo frenar los optimismos y los entusiasmos que los descentralistas queríamos imprimir en el texto y aportar sin embargo las posibilidades de la apertura para la institución que esperábamos .con más ingenuidad que realismo pudiera comenzar a labrarse a partir del año de 1980". 

Carlos Torres y Torres Lara: "De Ramírez del Villar nos separaban algunos hechos concretos. Primero, un hombre de distinta generación, que siguió muy bien los pasos del socialcristianismo y lo hizo de un modo excelente. Ramírez del Villar, tras la línea de Víctor Andrés Belaunde y del socialcristianismo peruano, supo ser uno sino el mejor de los representantes del pensamiento socialcristiano en el Perú, aun cuando esta doctrina tuvo grandes diferencias en nuestro país, a tal extremo de fundarse dos partidos políticos: el Demócrata Cristiano y el Popular Cristiano. Ramírez del Villar eligió una de las vías, la que consideró más correcta, la que estimaba más adecuada y la que finalmente triunfó en el debate nacional".

 Xavier Barrón Cebreros: "Si se nos pidiera definir a los seres humanos tan grandes e inconmensurables como el doctor Ramírez del Villar, y nos dijeran que debemos establecer tres definiciones de su persona, de su vida y de su legado, tendríamos que decir que fue un hombre honesto, capaz y amoroso.
Hombre honesto, porque, como se dijo el día de su sepelio, "no hay ningún peruano ni hombre alguno que pueda decir que fue un hombre que se enriqueció en el poder". Jamás nadie se atrevió a eso, porque no había ni dio motivo para pensar que su conducta vaya por el interés crematístico, ya que su limpia trayectoria de ejercicio político .de ejercicio político tradicional que exclusivamente dedicado al servicio público, pero jamás para servirse en lo personal. Fue capaz, porque hay pocos hombres como él que hayan hecho de su vida misma un magisterio.
Su mismo devenir, su curso diario en la política peruana hizo evocarnos lo que Juan Pablo II ha recordado en numerosas oportunidades el año pasado: "La política no es sucia, la política no envilece al hombre. Son los hombres los que envilecen y ensucian la política". Y Ramírez delVillar, ciertamente, fue un hombre que engrandecía y magnificaba la política como debía entenderse: como servicio, como capacidad y como amor por los semejantes.
Muy temprano en su vida universitaria y luego en su vida pública abrazó con pasión el socialcristianismo, doctrina que no es una condición de un pragmatismo en la vida y menos aún un simple devenir, un oportunismo o un pragmatismo; la abrazó con pasión porque la hizo parte de su vida.
 Para él no existían dos tipos de seres humanos: los poderosos y los débiles. Para él existía siempre la mano cariñosa y generoso para ayudar en lo que fuera posible al prójimo, quien quiera que fuera, sin distingos de condición, raza, credo o sexo.
Sin duda alguna que el tiempo irá decantando su legado histórico, pero ninguno de nosotros ni ningún peruano tiene dudas de que Roberto Ramírez del Villar Beaumont fue uno de los grandes peruanos cuyo legado histórico difícilmente podrá ser olvidado por las generaciones sucesivas, por la generación del próximo milenio que iniciamos en unos próximos años, y que tendrá, sin duda alguna, como uno de los pilares a la vida, el ejemplo y la obra de Roberto Ramírez del Villar".

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