Gorki y Tolstoy |
En definitiva se escribe por dos razones: para comunicar algo o para
leer lo que querríamos encontrar escrito. En consecuencia, la fascinación de
descubrir y consumir, llegado el momento, no es menor a la fascinación de crear
y creer. Creer que es posible emprender el camino de lo que se mira y admira.
Más allá de los premios y reconocimientos no existe, por tanto, mayor
gratitud que la de dar vida, letra a letra, signo a signo, a aquello que se
quisiera leer. Al respecto, nada más ilustrativo que ver la reacción de León Tolstoy, ante sus
propias palabras, visto a través de las palabras de Máximo Gorki.
“Cierta vez, al atardecer, sentado en la penumbra, entornando las pupilas y agitando las cejas leía la variante de esa escena suya de El padre Sergio donde se relata que una mujer se dispone a seducir a un ermitaño, y cuando llegó al final, alzó la cabeza y cerrando los ojos, pronunció claramente:
-¡Qué bien lo has escrito, viejo,
qué bien!
Lo dijo de un modo tan
asombrosamente natural, su propia fascinación ante la belleza era tan sincera
que yo en toda mi vida no podré olvidar el sentimiento de admiración que experimenté
entonces, una admiración que no pude, no supe como expresar, y moderarla me
costo enormes esfuerzos. Hasta el corazón se me detuvo en el pecho, y luego
todo en torno se volvió vívidamente fresco y nuevo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario