Después de unos meses, de regreso a Lima, me entregó unos vistosos cartones autografiados por el escritor. Se trataba del programa que la universidad de Emory, fundada de 1836, auspicia cada año mediante un ciclo de conferencias a cargo de alguna personalidad intelectual y académica relevante. Y aquel 2006, Panchita Vizurraga, residente en Atlanta y a la sazón estudiante de traducción por la universidad de Georgia, nacida en Lima e hija de genuina estirpe oyonense, asistió en compañía de una chica española a aquella conferencia que, contra su parecer, tuvo mas concurrencia nativa y sajona que inmigrante y profana.
Ha pasado el tiempo. Perdí los cartones y también a Panchita. No lo deploro pero tampoco lo ignoro. Al contrario, me complace el recuerdo de haber propiciado aquel encuentro memorable.
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