(1917-1967) |
La vida, la cruel y maravillosa experiencia de existir que -a decir de Nietzsche- es grata no por costumbre sino porque vivir es aprender a amar. Amar sin tregua ni edad. Pues nadie es demasiado joven ni demasiado viejo (o vieja) para amar y ser amado.
Y por cierto que lo fue también para Violeta Parra cuando a los 50 años se enamoró de un muchacho de menos de la mitad de su edad. Pero el amor y la pasión, una vez más, que desconoce de cronologías y razones desafío la convencional resignación de igualar tiempos y sentimientos. Tan intensa, hermosa y atormentada debió ser aquella experiencia que por ella surgió un testamento que es al mismo tiempo una proclama jubilosa de amor a la vida que, precisamente, se titula "Gracias a la vida".
Pero asimismo ninguna constatación resulta mas conmovedora ni instructiva que la de comprobar que la mas bella canción amor a la vida lo fuera de igual modo para su autora la de su despedida. Y es que la dicha del amor acrecienta el abismo del dolor. Un hermoso y tortuoso itinerario epidérmico y espiritual que Chabuca Granda consagró en las letras de "Cardo y ceniza", la más bella canción de admiración y homenaje que la compositora peruana dedica a la compositora chilena que -literalmente- murió de amor.
De todas las versiones de esta canción inmortal y perdurable como la vida, dos mujeres, dos voces extraordinarias: Mercedes Sosa (Argentina) y Joan Baez (EEUU)
juntan sus voces para dar vida a la mas hermosa y memorable composición de Violeta Parra: "Gracias a la vida".
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