“Dígame, ¿sabe
usted cual es el segundo apellido de José Gabriel?” “Su esposa le decía Chepe”,
respondo primero, y enseguida: “Noguera”. Celebra mi respuesta y agrega: “Es
usted el primer peruano que da la respuesta correcta. La verdad que me alegra
mucho”.
Por mi parte, señalando
el término identificatorio de mi correo electrónico, les digo: “Wilakoj es una palabra quechua que quiere decir: el
que cuenta”. “En mi caso, mi apellido, Noguera, en catalán quiere decir
nogales, y el de mi esposa, Coloma, quiere decir paloma”. Al escucharlo no
puedo evitar sonreír y decirle a su esposa: “Entonces usted es una paloma entre
los nogales”. Enseguida todos reímos.
Rodeados de
libros, ante las mesas de la discreta biblioteca del Museo de Huaura, Jorge
Noguera (España/Cataluña) y Elsa Coloma (Perú/Huacho), al final del recorrido
me dejan sus datos con el generoso entusiasmo de seguir conversando. No por nada,
me cuenta Jorge con orgullo, en su casa lo acompañan más de tres mil volúmenes
y que en la vida tres cosas le dan vida a su vida: descubrir personas, recorrer
pueblos y capturar conocimientos. Al escucharlo, le digo que aquellas tres pasiones
son en realidad una sola.
Antes de
partir, mira con atención los dos volúmenes de la Colección Documental de la
Independencia del Perú, que este día (25.4.2014) me he propuesto escudriñar,
para, día a día, dar forma y contenido a un libro de historia cuyo título
parece más de poesía: “Sin tregua en la memoria”.
En el mismo
portón, por el que -según la tradición histórica- atravesó el general San
Martín en 1820, los despido, premunido de la efusividad y la convicción –como
se los dije al iniciar la visita- de que ser españoles o ser peruanos es solo
una referencia geográfica, puesto que nuestra patria verdadera es la de ser
hijos de una misma cultura y un mismo idioma. Una cultura y un idioma que creó
al hidalgo más divertido y al coronel más desaforado de la imaginación humana.
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